jueves, 6 de febrero de 2014

Pandemia cardiaca

- Como puede constatarse en el presente informe, las puntas de las flechas decomisadas al acusado estaban impregnadas del mismo veneno, no mortal, pero causante de graves males cardiacos, hallado en los cuerpos de todas  las personas que hasta ahora han llegado aquí, existiendo además indicios fundados de que lo mismo sucederá con la multitud que está por llegar.
En el registro domiciliario del señor C., comprobamos que dicho veneno le fue suministrado por el señor Belcebú, el cual por inmunidad diplomática no se encuentra hoy en el banquillo de los acusados. 
Teniendo presente asimismo que la epidemia causada por el imputado ha afectado a millones de personas, podemos y debemos calificar el delito como muy grave, dictando así la presente sentencia:
Queda el acusado inhabilitado indefinidamente para su actividad profesional, estando su nuevo destino fijado en las oficinas del antes mencionado señor Belcebú, de quien será responsabilidad definir sus nuevas funciones.  Tampoco podrá el señor C. volver a personarse en las instalaciones de Edén S.A. Se levanta la sesión.

Y así fue como al fin en la Tierra, tras dos milenios de graves males de corazón, las aguas del amor verdadero volvieron a su cauce.
Ahora que al fin se ha levantado el secreto de sumario, podemos revelarles el nombre que se esconde tras la inicial C. Se trata, como por otra parte habrán deducido, del señor Cupido, que tentado por las promesas del mismo diablo, terminó por acabar con las relaciones amorosas en nuestro planeta. No se enteró jamás de la verdad la raza humana, gracias a la incredulidad en las cosas de la fe con que fueron creados, todavía siguen creyendo que el amor no funcionaba por culpa de la esencia de su condición mortal, cambiante y poco dada al compromiso duradero. Ignoraban que el causante verdadero no era otro que el veneno del demonio, un bebedizo compuesto de unas gotas de obnubilación, un chorrito de traición, una ramita de inconstancia, un toque de lujuria y unas hojas de estupidez, todo ello agitado, no revuelto. En conjunto, un líquido espeso, de olor dulzón y sabor amargo, conocido como tentación.


J.D.
Publicado en febrero de 2014 en el diario El Progreso

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